Hay en
las cercanías de San Javier un lugar único tal vez por su historia, historia
que ya es leyenda, porque hechos y fantasías se confunden en el tiempo. Se
trata del llamado " Cerro Monje", lugar a donde acuden centenares de
peregrinos que llegan allí para " pagar sus promesas" o para beber el
agua milagrosa que surge de una fuente natural o lavar con ella sus males.
Cuentan que hace casi siglos peregrinaba por el mundo un gran pecador buscando una señal de Dios que le indicara que sus pecados habían sido perdonados. Después de mucho ambular y de haber andado Uruguay arriba, naufrago frente a San Javier su barca.
Así llego hasta el cerro, verdadero peñasco sin vegetación, salvo gramíneas escasa al cual escalo. En su cima se apoyo cansado en el callado que llevaba, y donde este marco la peña surgió un manantial de agua pura. Viendo en ello la señal divina que esperaba, comenzó una vida austera, de sacrificios y ayuda al prójimo desde aquel lugar que adopto como morada.
Llegaban allí de todas parte, indios, portugueses, y españoles a hacerse curar por aquel penitente, verdadero asceta que con sus manos y el agua del manantial curaba todos los males.
Un día desapareció como había llegado; nadie supo de donde vino ni tampoco a donde fue. Pero el agua siguió emanando de la fuente, y es dicho, que todo aquel que este exento de pecados y que pide un favor especial encuentra agua en la fuente. Mas, aquellos que están en pecado no la encuentran, debiendo reincidir en sus peregrinaciones hasta haber saldado sus deudas con Dios. Entonces, se les otorga la petición.
La gente del pueblo explica que las aguas de la peña del Cerro Monje son milagrosas y tiene extraños efectos curativos, tal como los tiempos del penitente.
Cuentan que hace casi siglos peregrinaba por el mundo un gran pecador buscando una señal de Dios que le indicara que sus pecados habían sido perdonados. Después de mucho ambular y de haber andado Uruguay arriba, naufrago frente a San Javier su barca.
Así llego hasta el cerro, verdadero peñasco sin vegetación, salvo gramíneas escasa al cual escalo. En su cima se apoyo cansado en el callado que llevaba, y donde este marco la peña surgió un manantial de agua pura. Viendo en ello la señal divina que esperaba, comenzó una vida austera, de sacrificios y ayuda al prójimo desde aquel lugar que adopto como morada.
Llegaban allí de todas parte, indios, portugueses, y españoles a hacerse curar por aquel penitente, verdadero asceta que con sus manos y el agua del manantial curaba todos los males.
Un día desapareció como había llegado; nadie supo de donde vino ni tampoco a donde fue. Pero el agua siguió emanando de la fuente, y es dicho, que todo aquel que este exento de pecados y que pide un favor especial encuentra agua en la fuente. Mas, aquellos que están en pecado no la encuentran, debiendo reincidir en sus peregrinaciones hasta haber saldado sus deudas con Dios. Entonces, se les otorga la petición.
La gente del pueblo explica que las aguas de la peña del Cerro Monje son milagrosas y tiene extraños efectos curativos, tal como los tiempos del penitente.
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